lunes, 29 de marzo de 2010

Mis fantasmas del pasado

Esta tarde he llevado a cabo una proeza que pensé que tardaría bastante más tiempo en poder realizar: me he encontrado con una parte de mi pasado más difícil.

No hace mucho tiempo, más o menos un par de años, atravesé una de las etapas más complicadas de mi vida. En realidad si uno conoce la historia puede pensar que no fue para tanto. Puede ser. Desde la distancia por fin he podido verlo todo mucho más claro y he logrado relativizar los hechos; tal vez no fue para tanto, pero muy pocas cosas, hasta el momento, me han hecho sufrir tanto como él.

Sí, es cierto que el simple hecho de que se trate de un hombre el que me hizo tantísimo daño ya puede hacer pensar que no mereció la pena, que fue una tontería... Pero tras más de dos años, todavía me duele.

Ya no le veo, hace mucho tiempo que no hablamos, pero la terrible sensación que me embargaba en aquellos momentos continúa presente, con muchísima menos intensidad, pero sigue viva. Seguramente, la posibilidad de volver a tener ese sentimiento de terrible tristeza y de que realmente tenía roto el corazón es lo que más miedo me da en estos momentos. Todavía siento ganas de llorar cada vez que recuerdo cómo lo pasé durante un año de mi vida, todavía me acuerdo de las pesadillas, de las noches sin dormir, de la desesperación de no saber por qué.

Tras varios meses de reconciliación con la vida. hoy de nuevo me he vuelto a enfrentar a mis fantasmas del pasado.

En esta ocasión ellos han venido en forma de conocida. Ella, una chica encantadora que se portó muy bien conmigo en los peores momentos, me ha hecho ver que las cosas han pasado sólo en el tiempo. Que mis miedos siguen ahí y que la normalidad aún tardará un poco en volver.

Ella me ha recordado las inseguridades, las malas artes, la obsesión y los ataques. Ella me ha traído a la memoria lo mal que puedo llegar a comportarme cuándo me hacen daño.

Tras tanto tiempo no puedo dejar de preguntarme si yo era yo en aquel momento. Si verdaderamente esas reacciones son mías o tal vez fueron fruto de la depresión ("tienes un principio de depresión" me comentó la psicóloga a la que acudí al verme incapaz de superar el tema). No quiero excusarme en eso, no quiero, bajo ningún concepto, ser así.

Ahora mismo estoy realmente preocupada, ni la que yo pensaba que era mi peor rival es tan mala, ni él se ha merecido ni merecerá, una milésima parte de los sentimientos que me quitó. Él me cambió, él me destrozó. ¿O tal vez sacó partes e mí que nunca pensé que tenía?

Lo cierto es que me asusta no volver a ser la misma de antes, continuar con estos complejos horribles que me hacen sentir muy sola y que me llevan a exigir muestras de cariño a mis amigos para tranquilizarme. No quiero esa ansiedad.

Por suerte, el reencuentro con mis fantasmas del pasado (puede que no tan lejano) me ha llevado a saber que lo único que quiero es que esa gente a la que hice daño o no presté atención cuando no veía más allá de mis narices, me perdone. Y que me perdonen también todos aquellos a los que estoy fallando ahora mismo. Lo siento, todavía no he podido sacudirme los sufrimientos del pasado, pero pronto lograré volver a ser normal.

jueves, 4 de marzo de 2010

Asi da gusto...

Tras hacer un breve repaso por los últimos post, me he dado cuenta de que el tono melancólico predominaba sobre cualquier otro, y precisamente ayer me ocurrió una cosa que me devolvió la fe en el ser humano.

En principio puede parecer una tontería, pero si se tiene en cuenta el contexto de la situación la cuestión es más comprensible.

Llevo unos cinco meses en mi nuevo puesto de trabajo. Más o menos me voy haciendo al ritmo y entendiendo los entresijos del tema, pero por supuesto, como me acaba de pasar ahora mismo, meto la pata (siempre hay algún compañero que se encarga de recordártelo).

Bueno, el caso es que en una de éstas, el error parecía más importante de lo normal: un equívoco de fechas y gente convocada (seis periodistas que se tienen que trasladar desde Barcelona y Madrid), me provocaron un bajón de tensión que casi me deja en el sitio. Mientras hablaba con la chica que es mi enlace con el cliente y me daba cuenta del error, más pequeñita me iba haciendo. ¡La acabas de liar pero bien, amiga mia! pensaba para mí misma mientras trataba de que el entuerto no saliera a la luz.

Entonces esta encantadora chica, Isabel, me dejó ver que aún hay gente buena en el mundo. En primer lugar un ejemplo de humildad "- Pero si seguramente será culpa mia que no te habré pasado bien la información. No te preocupes, si te dicen algo di que la culpable soy yo, y mañana entre las dos lo arreglamos en un momentín".

Como mi tono de voz era demasiado evidente, Isabel me mandó un correo en el que me intentaba tranquilizar de nuevo.

Tal y como ella predijo, hoy lo hemos arreglado todo y no hay ningún problema, en principio, porque la verdad de todo esto es que uno sabe cómo empiezan las cosas, pero nunca cómo acaban..

El caso es que comentando esta anécdota con una amiga llegamos a la conclusión de que con gente así da gusto trabajar. Después de una experiencia no especialmente buena, tratar con personas con humanidad y ganas de ayudar es lo mejor del mundo, porque desde luego es más fácil dar con element@s que tienen más ganas de hurgar en la herida y machacarte con tus fallos, que encontrarte con alguien que intenta hacerte la vida más fácil.

Ante los hechos ocurridos me pregunté si alguna vez había pecado de soberbia en el trabajo y no eché una mano a quien me lo pidió ¿es importante autoevaluarse de vez en cuando? ¿somos capaces de ver nuestra mala actitud con los demás? ¿siempre son los demás los ineptos?

Hacer examen de conciencia puede asustar, pero sí que es verdad que una cura de humildad viendo en los demás lo que nos gustaría ver en nosotros viene muy bien de vez en cuando.

lunes, 15 de febrero de 2010

Independientes... ¿o solas?

A propósito de la reciente fecha de San Valentín, me viene a la cabeza una conversación bastante reciente que tuve con una amiga.

Las dos habíamos salido el sábado por la noche para cenar y tomar alguna copilla. Lo intrigante del tema no es tan sólo la conversación en si, sino cómo llegamos a salir las dos solas en un mano a mano muy interesante.

El hecho es que una parte sustancial de nuestro grupo de amigos ya tiene pareja. Nosotras no. Y precisamente por esa razón acabamos las dos sentadas en una mesa de un garito bastante chulo por cierto, analizando la soledad que nos acecha cuando el resto de la gente se va con su agregado correspondiente.

Lo cierto es que me fue de gran alivio saber que no soy la única persona que padece, cada vez más a menudo, ataques de soledad. Hay mucha gente que pulula a mi alrededor, pero muchas veces me siento sola. No quiero pensar que se trata únicamente de tener o no pareja, aunque visto lo visto parece que el asunto radica en eso... Frente a mi negación a un emparejamiento desesperado para aliviar la soledad me pregunto ¿cuál es la solución? ¿hay más gente sola? ¿hay más solos ahora que antes?

Es verdad que alguna vez que he comentado este asunto con gente de mi alrededor, casi la totalidad admite haber pasado por una etapa de éstas. Me resulta triste, más que nada porque no sé cuáles son las razones que nos impiden comunicarle a otro que nos sentimos solos y que necesitamos de su compañía ¿Por qué me siento sola y por qué me dejan sentirme sola? Entramos en un bucle un poco extraño, más que nada porque ante estas dos cuestiones una no puede evitar sentirse como una terrible egoísta, pero ¿no quiere todo el mundo que le quieran?

Supongo que aunque pretendan vendernos la 'moto' con aquello de "tienes 30 años, trabajas, estás sola... ¿qué más quieres? el mundo es tuyo, eres una mujer independiente..!" sí? entonces por qué la gente te mira raro cuando vas sola al cine o a cenar, o por qué me deprime quedarme un fin de semana en casa?? ¿le pasa a alguien más o también estoy sola en esto?

lunes, 1 de febrero de 2010

Fernando, gracias

No sé si lo que me ocurre ahora mismo es habitual, no sé si se trata de una exageración importante pero, es lo que siento y lo siento mucho.

Hace unos días me llamó una amiga y me dio la terrible noticia: “- Se ha muerto Fernando”. Un mazazo increíblemente doloroso.

Si bien es cierto que conocí a Fernando Rubio, jefe de Ilustración e Infografía de ABC, hace ya algún tiempo y no fueron muchos los días que convivimos, no es menos verdad que conectamos muy bien.

Apenas siete días muy lejos de aquí, que me dieron la oportunidad de conocer a una de las mejores personas con las que me he cruzado: cariñoso, dulce, gracioso y un excelente bailarín.

Recuerdo muchas cosas de él, todas muy buenas, como por ejemplo el hecho de ayudarme cuando trataba de cambiar de trabajo a toda costa y él no tuvo ningún problema en entregar mi currículum en su empresa, o como cuando me dio las explicaciones básicas para sobrevivir en mi primera inmersión como submarinista en una isla filipina.

Por supuesto, tampoco puedo olvidarme, ni quiero, de cómo le gustaban mi nariz “muy graciosa” según Fernando, o mis pies (me hizo una foto en un descuido).

Se supone que teníamos un café pendiente cuando yo fuera a Madrid a visitar las instalaciones de ABC , se supone que me debía una ilustración dedicada y se supone que íbamos a seguir siendo amigos.

Odio pensar que alguien que te hace la vida tan fácil ya no está aquí y que precisamente por eso, todo parece más complicado.

Y sólo le conocí durante unos días, pero como ya he leído en algunos de los innumerables reconocimientos que he visto en la Red, era una de esas personas que dejan huella, sencillo en su inmensidad y con un corazón enorme.

Desde hace unos días el mundo es mucho más triste porque se ha ido un excelente profesional y una magnífica persona.

Lo siento de verdad. Siento no poder volver a verle y siento no haberle dado las gracias por todo, por lo que fue y por lo que no fue.

miércoles, 20 de enero de 2010

Siempre lo mismo...

Me reconozco como una gran fan de esa película de la que casi nadie recuerda el nombre pero que si os digo "El día de la marmota" todo el mundo sabe cuál es.

Hasta el momento era una seguidora fiel más que nada por la marmota en si, puesto que me siento completamente identificada con el animalejo en cuestión por aquello de dormir como si me fuera la vida en ello, y porque siempre hay un día en el que alguien te despierta para tocarte las pelotas. Y digo era porque últimamente me acuerdo más que nunca de esa película, 'Atrapado en el tiempo', porque todos los días me parecen el mismo...

El hecho de repetir una y otra vez el mismo horario y el mismo itinerario me resulta bastante frustrante: entro a trabajar a las 8,00 horas, paro para comer a las 14,00, entro de nuevo a las 16,00 y de vuelta a casa a las 18,30... y siempre por las mismas calles, el mismo puente... Por supuesto, debo reconocer que intento poner un poco de mi parte para tratar de evitar esa monotonía tan asfixiante, siempre que puedo me gusta quedar con algún amigo para tomar una cervecita después del curro, sobre todo para darle un aliciente a la semana y un poquito de emoción...

Cuando he comentado esto estando en compañía la respuesta suele ser algo así como "- ¿Y si te apuntas a algo? No sé al gimnasio, pintura..." Bueno, vamos a ver, en primer lugar cuando salgo del trabajo estoy tan agobiada que lo último que me apetece es meterme en un gimnasio, lo siento, no me gustan, me parecen agobiantes e inmensamente aburridos si vas sola, ya lo he probado y me parecen un verdadero horror, y por otra parte, pinto fatal, así que no me sirve el cuento de las Bellas Artes... Y, en segundo lugar, si integro alguna de esas actividades en mi día a día ¿no se convertirán en monótonas? De todos modos, y por esa maldita necesidad de calmar mis remordimientos, a ver si finalmente me apunto a submarinismo, cosa que me apetece un montón y a lo que mi honorable madre responde "- ¿Y no te puedes apuntar a nada normal?"

Todo este rollo venía más que nada porque muchas veces no puedo evitar preguntarme ¿estaré desaprovechando mi vida? ¿por qué hay algo que me bloquea cuando me apetece romper con todo? ¿es sólo una cuestión de inconformismo? y ¿hay más gente a la que le ocurra esto?

No sé, de alguna forma me preocupa esta sensación que es como una mezcla de pena y desazón, porque sé que tengo que hacer algo, pero no sé el qué... Se admiten sugerencias.

lunes, 11 de enero de 2010

La Cañada Real VIP

Como es costumbre, este sábado quedé con un par de amigas para salir por la noche en búsqueda de la velada perfecta, es decir, cena y bailoteo aderezados con muchas risas y alguna que otra copichuela.

La primera parte del plan estuvo muy bien. Bueno, todo lo bien que puede estar una cena el plena 'operación mojama', es decir, ensaladita y carne a la plancha. Pero bueno, en estas cosas como se suele decir, lo importante es la compañía.
El problema surgió en la segunda parte de la historia. Normalmente solemos ir a pegarnos unos bailes a un garito en el que ya nos consideran parroquianas 'El garito de Miguel' (que es como conocemos a este local entre los amigos), hace una mezclas muy divertidas de pop, dance y Rafaella Carrá. El caso es que en esta ocasión decidimos improvisar y nos fuimos directas a uno de los locales de moda de la ciudad.

"- A ver si cambiamos un poquito de aires que esto de ir todos los fines de semana al mismo sitio 'ya huele'", fue una mis sentencias definitivas. Total que allá que nos fuimos. A innovar.

El hecho es que nada más entrar la cosa no prometía demasiado: la gente estaba muy quieta y muy organizada por grupos, pero lo que más nos ofuscó fue otro detalle: la zona VIP. Resulta muy curioso cómo la sociedad en general y los políticamente correctos en particular, no cesan de manifestarse, quejarse o llámalo como quieras, en contra de las grandes diferencias de clase, y luego por la noche, reclaman espacios separados y elevados sobre el resto de mortales, para tomarse una copa y de paso, otear el 'ganado' como si de una Cañada Real se tratara. Porque eso es lo que parecía, un mercado de ganado en el que las reses entraban y salían a cada cual con la falda más corta.

Y justo por encima ellos, los 'más guapos' con el uniforme puesto: camisa blanca hiper-ceñida, vaqueros súper apretados y reloj de marca, mirando a cada una de las chiquillas que entraban. Ellos, los de la zona VIP.

Nos pareció bastante extraño. Tal vez porque esos chicos eran muy jovencitos y parecían los predecesores de los snob que tanto critica la sociedad por sus aires de grandeza y ganas de destacar sobre el resto. Que conste que personalmente no tengo nada en contra sobre las clases altas ni las zonas VIP, pero una de las cosas que me dejó con un amargo sabor de boca fue el hecho de que parecía que todos allí sabíamos que únicamente éramos: un pedazo de carne que lucir.

Entiendo que por la noche uno no busca una conversación filosófica y, desde luego, soy la primera que se planta un escote como toca pero... creo que sigo sin acostumbrarme a que me miren desde arriba y me puntúen.

Al final, y como era de esperar, huímos como locas al "Garito de Miguel" donde en la entrada siempre nos reciben con dos besos y nos invitan a una copa, como a las personas.

jueves, 7 de enero de 2010

La mujer que quiero ser (mañana)

Reconozco que nunca he sido demasiado supersticiosa, supongo que lo justo. Creo que soy de las de "por si acaso", ya sabéis "-No voy a pasar por debajo de la escalera, por si acaso", o "-Ufff, no creo en esas cosas pero voy a comprarme ropa interior roja para Nochevieja, por si acaso".

Este año no he caído en esos ritos, pero he de reconocer que el no haberme podido comer las 12 uvas cuando tocaba me ha dejado un poco intranquila... Tal vez la mayoría piense que es una tontería, yo también lo creo, pero es que este año por aquello de ser una cifra tan redonda, me gustaría lograr convertirme en la mujer que quiero ser.

Varios son los propósitos que me he hecho para 2010. Los primeros creo que son bastante comunes entre la población en general: adelgazar (de una vez por todas) y dejar de fumar. Lo del inglés ya lo he dejado por imposible.

Por otra parte, y a nivel menos físico, me he propuesto intentar llegar a ser buena en este nuevo trabajo porque creo que tengo posibilidades y porque me parece que éste sí es el campo en el que quiero desarrollarme.

Por supuesto la faceta sentimental tampoco he querido descuidarla. Por lo menos me comprometo en 2010 a no volver a caer en lo mismo que hace unos años, no volveré a pasarlo mal por indeseables y juro que huiré de los malos...

Supongo que no pido cosas demasiado extrañas, pero soy consciente de que algunas de ellas son complicadas... Imagino que el asunto radica en que si la consecución de los éxitos depende únicamente de uno mismo, puede llegar a asustar. Más que nada porque entonces si llega el fracaso también es cosa exclusiva de uno. Por eso, aunque sólo sea por si acaso, me gusta pensar que algo externo aunque sea insignificante, puede ser definitivo en mi futuro.

Se despide,
Una mujer un poco asustada.